Cuando el etíope
Abebe Bikila fue a buscar las zapatillas con las que debía correr la maratón de
los Juegos Olímpicos Roma 1960, al proveedor oficial de calzado del evento le
quedaban pocos pares. Se probó los que había y ninguno le iba cómodo. Eso fue
suficiente para que Bikila, integrante de la guardia imperial de su país, se
decidiera a dejar de lado el protocolo y disputar la carrera tal cual había
entrenado para ella: descalzo. Ya en el maratón, y mientras el público
observaba asombrado al corredor sin calzado, el etíope comenzó a pasar
competidores en busca de la camiseta número 26. Su entrenador le había dicho
que quien vestía esa camiseta era el marroquí Radhi Ben Abdesselam, el máximo
favorito a la victoria. Cuando alcanzó a quien parecía marchar líder, Abebe vio
que tenía la 185. Era Ben Abdesselam, quien se había puesto un número distinto
al que le habían asignado. Pero Bikila no lo sabía y supuso que, entonces, debía
haber alguien más adelante. Por eso, cuando se acercaba el final aceleró.
Tanto, que al cruzar la meta rompió el récord mundial. Se convirtió en el
primer atleta negro en ganar un oro olímpico representando un país africano. Le
preguntaron por qué había corrido descalzo. "Yo quería que el mundo
supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y
heroísmo", respondió. Volvió a quedarse con la maratón en Tokio '64 para
convertirse en el primer atleta en ganar la prueba en ediciones olímpicas
consecutivas. Irónicamente, un accidente automovilístico lo dejó parapléjico a
los 37 años y debió desplazarse el resto de su vida en silla de ruedas. La
película El atleta, basada en su vida, se estrenó en 2010.
Fuente:
espndeportes.espn.go.com
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