Elizabeth
"Betty" Robinson ya había hecho historia en los Juegos de Amsterdam,
en 1928. En aquella oportunidad, las mujeres pudieron disputar por primera vez
las pruebas de atletismo en un evento Olímpico, y la estadounidense -de apenas
16 años y 343 días- se quedó con el oro en los 100 metros llanos. Fue la
primera campeona olímpica en la disciplina. La leyenda dice que un profesor del
secundario en Riverdale, al que la joven aún concurría en Illinois, la
convenció de competir tras haberla visto correr para alcanzar el tren. En esa
experiencia inaugural, Robinson también logró una medalla de bronce en el
relevo 4x100. Pero lo increíble llegó después. En 1931, Betty sufrió severas
lesiones en un accidente de avión. De hecho, el hombre que la encontró tras el
choque la dio por muerta, la acomodó en el baúl de su auto y la llevó a un
cementerio, para que pudieran enterrarla. Fue el enterrador quien notó que aún
estaba con vida. Pasó siete meses en coma. Cuando despertó, aún pasó un año y cinco
meses sin poder caminar. Se perdió los Juegos de 1932, pero en 1936 -aún sin la
capacidad para arrodillarse de manera adecuada para la partida de los 100
metros- participó de la pusta 4x100 representando a su país. Berlín la vio
consagrarse otra vez: se llevó el oro y regaló una historia tan impresionante
como emotiva.
Fuente: espndeportes.espn.go.com
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