Harold Abrahams
es un deportista británico de origen judío que tuvo que soportar malos tratos y
antisemitismo durante buena parte de su carrera temprana, cuando corría para su
colegio y para su universidad. Eric Liddell, hijo de misionarios escoceses, era
un protestante religioso que decidió honrar a Dios a partir del deporte. En los
Juegos Olímpicos de París, en 1924, Liddell llegaba como favorito para ganar la
prueba de 100 metros. Pero como se corría un domingo, antepuso sus creencias y
decidió que no iba a correr, pese a las burlas de los demás atletas
participantes. En cambio, sí tomó parte en los 400 metros, cuando se tomó su
revancha personal para quedarse con el oro. También estuvo en los 200, donde
ganó el bronce. Aquella carrera de 100 metros que Liddel obvió terminó en manos
de Abrahams, que también obtuvo la medalla en la posta 4x100 y fue tomado como
un ejemplo de perseverancia contra la discriminación. La historia de ambos
inspiró la película Carrozas de Fuego, que reproduce aquellas carreras y que
hizo famosa esa legendaria canción compuesta por Vangelis en su escena inicial.
Fuente: espndeportes.espn.go.com
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