viernes, 13 de julio de 2012

La carrera que paralizó a una nación: el oro de Cathy Freeman - Sidney 2000



La presión era inigualable para Cathy Freeman. La atleta de 27 años era prácticamente la única chance australiana de quedarse con una medalla de oro en atletismo en los Juegos de Syndey, en 2000. Pero ella encarnaba algo más: era aborigen, y llevaba su origen con orgullo. Espejo de una gran porción de la población que se identificaba con ella como símbolo de superación, también representaba la unión étnica de un país con una historia agitada. Pero esa idolatría no llegó sola. Primero, encendió el pebetero olímpico, un privilegio que no suele recaer en deportistas que tienen que participar de la competencia. Después, encaró el ruido ensordecedor de las 112,524 personas que llenaron el estadio olímpico y -enfundada en un tecnológico traje verde- completó la carrera de su vida para lograr el oro en los 400 metros. El país se paralizó para presenciar ese momento. Al cruzar la meta, se dejó caer al suelo en una mezcla de emoción, perplejidad y agotamiento. Los comentaristas de la TV australiana describieron su triunfo con palabras que son legendarias en el país: "¡Qué leyenda! ¡Qué campeona! ...
¡Qué alivio!". Su festejo, su sonrisa en la premiación y el griterío de la gente que no cesaba en su ovación serán completamente imposibles de olvidar.
Fuente: espndeportes.espn.go.com

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