De profesión
albañil, Frederick Lorz es recordado como uno de los mayores tramposos
olímpicos. En San Luis, fue el primero en llegar a la meta. Cortó la cinta, se
fotografió con Alicia, la hija del presidente Roosevelt, y saboreó la gloria.
Ya coronado de laureles, pero aún sin medalla, reconoció que más de la mitad de
la carrera la había hecho en el auto de su manager. El segundo fue entonces el
ganador. Thomas Hicks, payaso de profesión, es el oro en maratón más lento de
los Juegos (3h, 28m). En una jornada sofocante, llegó a la meta con inyecciones
de estricnina, hoy una droga prohibida, y sorbos de brandy. Tan mala fue la
carrera que Felix Carvajal, un cartero cubano, fue cuarto pese a correr con
ropa de calle e intoxicarse con unas manzanas que recogió en el camino. Tras
una sanción de por vida, Lorz fue perdonado y en 1905 ganó la Maratón de
Boston, y algo de honor. Murió de neumonía en 1914, con apenas 29 años.
Fuente: espndeportes.espn.go.com
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