Las cuentas no salen.
Jamaica es una isla que es más pequeña que
Fiji, con una población similar a Mongolia. Pero en los Juegos Olímpicos su
bandera verde, amarillo y negro siempre ondea en el estadio de atletismo,
mientras el himno nacional suena una y otra vez.
Este país caribeño de 2,7 millones de habitantes
ganó 11 medallas en los Juegos de Beijing, todas en atletismo, y se da por
descontado que repetirá la cifra este año en Londres.
Usain Bolt, por supuesto, es el número
uno. Pero no es el único. Veronica Campbell-Brown, Shelly-Ann Fraser-Pryce,
Asafa Powell, Yohan Blake: todos han salido de una isla en la que la velocidad
manda.
Las explicaciones de este éxito abundan
con la misma cantidad que surge talento.
Tal vez la más convincente la dio Novlene
Williams-Mills. Corre en los 400 metros y ostenta un par de títulos olímpicos,
ganados en el relevo 4×400. Este año, sin embargo, es la única que ha vencido a
la estadounidense Sanya Richards-Ross, la favorita para el oro en Londres.
“Somos un país pobre y somos pocos los que
tienen carros, así que de niño hay que correr para ir a todas partes”, explicó
Williams-Mills, quien creció en St. Ann Parish, una región rural en la costa
norte de Jamaica. “Cuando era una niña, mi madre no me tomaba de los brazos,
así que tenía que correr detrás de ella todo el tiempo”.
En cuanto a explicaciones más
tradicionales, la más lógica apunta al clima caliente que permite a los
jamaicanos entrenarse al aire libre casi los 365 días del año, y con muchos
lugares para hacerlo. También el enfoque primordial que se le otorga a la
educación física en las escuelas. El apoyo de las familias y las comunidades.
Y, por supuesto, el orgullo patrio.
También están los cínicos, que no se creen
las historias sobre una dieta con vegetales y vida sana. Bolt nunca le ha
rehuido a esos cuestionamientos. Dedicó todo un capítulo en su autobiografía a
las sospechas sobre dopaje en su país. Menciona que hubo casos en los que se sometió
a cuatro controles en una semana previa a los Juegos de Beijing. Nunca ha dado
positivo.
“La gente del dopaje pueden hacer cola
afuera de mi casa, si eso quieren. Mientras más pruebas me hagan a mí y a los
demás, se demostrará que estamos limpios y eso es lo mejor para el deporte”,
escribió.
Hay otra explicación: no existen otros
deportes que compitan contra el atletismo en la isla. Cierto, el fútbol y
cricket son populares. Bolt es aficionado de ambos y de vez en cuando circulan
rumores de que se lesionó jugando en un partido improvisado de fútbol. Pero
sabe bien, al igual que los demás velocistas, que correr rápido es la vía para
hacerse famoso en la isla.
“Tenemos a gente que nos inspira”, dijo
Keiron Stewart, quien quedó cuarto en los 110 con vallas en el reciente torneo
Preolímpico de Jamaica.
Eso se aprecia al entrar al Estadio
Nacional de Kingston.
Donald Quarrie es para el atletismo de
Jamaica lo que Bob Marley significa para el reggae. Quarrie compitió en cinco
Juegos Olímpicos, ganó medallas en cuatro y en 1976 se convirtió en el primer
campeón olímpico desde que Jamaica se independizó en 1962
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