El húngaro Miklos
Németh enfrentaba un desafío particular y una presión adicional a la hora de
lanzar su jabalina en los Juegos Olímpicos de 1976. Su padre, Imre Németh,
había logrado ganar el oro en lanzamiento de martillo en los Juegos de Londres,
28 años antes. Aquella victoria con récord mundial incluido había llenado de
fama a un apellido común en la tierra magiar, que paradójicamente significa
"alemán" en húngaro. El mismo patronímico había brillado en México
'68, cuando Angela Németh (sin parentezco) obtuvo otro oro en lanzamiento de jabalina.
El tercer Németh lanzador afrontó el duelo con entereza y obtuvo un resultado
inmejorable: lanzó como nunca nadie lo había hecho antes, logró su propio
primer puesto y un récord mundial para transformarse él mismo en una
celebridad. Su festejo encadenó a dos generaciones y terminó de enmarcar un
hito que no se ha repetido: por única vez en la historia olímpica, un padre y
un hijo lograron un oro en los Juegos.
fuente: espndeportes.espn.go.com
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